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Oswaldo Guillén se adapta a la LVBP

09/10/2016

Fotos: AVS PHOTO REPORT

Alexander Mendoza | Prensa LVBP

Caracas.- Parado frente al dugout de La Guaira en el Estadio Universitario, Oswaldo Guillén contesta preguntas de los periodistas que cubren a los Tiburones, antes del encuentro del sábado contra las Águilas del Zulia. Sonríe, bromea, explica sus planes y reitera lo difícil que es dirigir en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.

“Tengo que llegar temprano al parque por la única razón de estudiar el roster, a quienes voy a poner y a quiénes no. (Después de jugar el viernes en Valencia) de regreso a Caracas, durante todo el viaje en autobús estuvimos hablando (con Ramón Hernández, coach de banca, y Felipe Lira, instructor de pitcheo) sobre los cambios que íbamos a hacer”, cuenta el estratega. “Hasta ahora me han salido 75 canas más, pero lo he disfrutado porque me doy cuenta que esto sí es dirigir. En Grandes Ligas se trata de relaciones públicas, ‘vamos muchachos’, aquí no. Es otra cosa”.

Varias de las canas a las que hace mención tal vez aparecieron durante un pasaje del Juego Inaugural. Guillén llamó desde el bullpen al derecho Samuel Gervacio. Pero cuando el umpire principal David Arrieta chequeó el roster, el dominicano no aparecía en la reserva.

“Fue culpa mía. Porque yo soy el que firma y entrego el lineup. No estaba en mi lista, pero sí lo tenía Felipe. Cuando lo traigo, no era elegible. Ese es el problema de los rosters. Le dije (a Lira) caliéntame un derecho o un zurdo. La próxima semana tal vez le diré por nombres, pero ahora solo le digo eso”.

Mientras se familiariza con sus dirigidos, trata de seguir adaptándose a la realidad y las circunstancias que le rodean.

“Aquí hacer los rosters es lo más complicado. Ya tengo que estar escogiendo a quiénes llevaremos a Margarita y falta como un mes para ir a jugar allá. Imagínate lo complicado que se hace. Ramón y Felipe han hecho un gran trabajo detrás de mí, al momento de hacer el lineup. Tenemos a 37 peloteros disponibles, pero solo 30 para el juego. Hay que sacar a unos y meter a otros. Algunos lanzadores no los puedo usar en días seguidos y hay que discutir quién los sustituirá. (El incidente con Gervacio) fue una buena experiencia porque ahora revisamos el roster hasta cinco veces. Hay que contar los peloteros. Nos enfocamos en eso”.

Guillén, de 52 años de edad, es el único piloto latinoamericano que ha ganado una Serie Mundial. Lo hizo en 2005 con los Medias Blancas de Chicago y en nueve campañas como capataz trazó la estrategia en 1.457 encuentros de calendario regular en las Mayores. Pero cada vez que tiene la oportunidad repite que esa pericia no es aplicable en el circuito local. Solo se trata de una referencia muy lejana con respecto a la realidad que enfrenta desde el 6 de octubre.

“Es un trabajo contínuo. Antes lo sabía, pero ahora lo compruebo por la experiencia ¡Qué difícil es dirigir aquí! En Valencia me dijeron ‘y ahora es cuando te falta’”, vuelve a sonreír el mirandino que estuvo a cargo de un equipo en la Gran Carpa por última vez en 2012, cuando llevó las riendas de los Marlins de Miami. “Le dije a mi esposa (Ibis) que siento como si fuera la primera vez que dirijo pelota y me contestó: ‘cómo es eso, si tú los has hecho en Grandes Ligas por muchos años’. Pero es que, como lo he dicho otras veces, la pelota de aquí es mucho más difícil que la de Estados Unidos. No es un mejor beisbol, obviamente, porque las Mayores son otra cosa, pero dirigirlo es complicado”.

Tiburones solo ha ganado un partido, el viernes en Valencia. Esa noche luego del out 27, Guillén se sintió aliviado.

“Tenía años que no pensaba tanto en lo que iba hacer, quien podía batear, a quién iba a traer del bullpen. Ni si quiera en la Serie Mundial. En dos juegos me he graduado en esta pelota”, destaca. “En Grandes Ligas tu sabes que un pitcher relevista te va a lanzar a un bateador y se queda en el inning. Aquí no. Se usan hasta tres lanzadores en una misma entrada. Derecho contra derecho, zurdo contra zurdo. Esas son las cosas a las que tienes que adaptarte. Por eso respeto y admiro a todos los managers venezolanos que están en la liga. Yo soy el más novato”.

Fue una victoria laboriosa. Los brazos hicieron el trabajo. La defensa los respaldó. El marcador se decidió con un gran batazo y Gregory Infante se encargó de ponerle el candado al desafío, que terminó 4-3 contra los Navegantes del Magallanes.

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“El primer triunfo fue más importante para los peloteros que para mí. Obviamente, sabía que iba a ganar un juego antes que se terminara la temporada (risas). Pero triunfar de esa manera (con un jonrón de Brock Stassi), después de no jugar muy bien el primer partido, fue importante”.

Además de ordenar las jugadas, Guillén debe lidiar con un grupo dispar de peloteros. De diferentes ligas y niveles, algunos sin clasificación. Entonces debe saber cómo afrontar las situaciones de juego con el talento que tiene disponible, conocerlo y adaptarlo a su filosofía. Chicago y Miami están miles de kilómetros.

“Mientras pasen los días y vaya usando los peloteros, entonces sabré a cuáles puedo usar en determinadas circunstancias. Pero siempre estoy en contacto con el pelotero, cuando las cosas no están funcionando bien, siempre los apoyo. En este momento es muy bonito hablar de (Omar) Carrizales por lo que está haciendo, pero era un muchacho al que faltaba respaldo”.

“Los muchachos jóvenes quieren hacerlo bien para estar en la alineación todos los días. Aquí todo el mundo tendrá su oportunidad, pero son ellos los que me van a decir cómo y cuánto jugarán. Ellos hacen el lineup. Yo solo lo escribo. Así que hablo con ellos. Hasta el momento ha funcionado”, agrega.

Las conversaciones con sus dirigidos incluyen su particular manera de motivar. Sin tapujos. Llana, directa.

El receptor Miguel González se fue de 10-0 en los primeros dos encuentros de la campaña y dejó nueve corredores en base, seis de ellos en posición de anotar. Guillén lo llamó aparte.

“’Ban Ban’ ha tratado de hacer demasiado con gente en circulación. Lo primero que se me ocurrió fue decirle ‘tú has sido un mal bateador toda tu vida por qué vas a querer cambiar las cosas en este momento’ (risas). Solo trato de darle confianza al pelotero para que haga su trabajo y no trate de hacer el trabajo de todo el mundo. No podemos tratar de ser héroes cuando el juego está en la línea. No podemos salirnos de lo que tenemos planeado”.

“Tenía años que no pensaba tanto en lo que iba hacer, quien podía batear, a quién iba a traer del bullpen. Ni si quiera en la Serie Mundial. En dos juegos me he graduado en esta pelota”

José Castillo, que llegó proveniente de un cambio con Caribes de Anzoátegui, ha sido una gran influencia en el clubhouse y en el terreno. El experimentado y versátil jugador llena el perfil que exige Guillén.

“Es ese tipo de pelotero especial. Ya ven lo que ha estado haciendo. Tenerlo facilita las cosas. Juega para el equipo. Lo he movido por varias posiciones y lo ha aceptado. Antes que Brock diera el jonrón (el viernes), si se embasaba el bateador que estaba delante de él (con el partido 3-3), iba a ordenar bateo y corrido y él es el cuarto en el lineup. El día inaugural puse al tercero del orden a tocar la bola. Tenemos que jugar para Tiburones, no para el número que tienes en la espalda. Mientras esté aquí, así deberán ser las cosas”.

Guillén espera que “las cosas vayan fluyendo”, mientras disfruta la nueva experiencia en su dilatada trayectoria como manager.

“Ahora ya voy conociendo a la mayoría de los mis peloteros, porque algunas veces me tienen que describir cómo son. En ese sentido, Ramón ha hecho un trabajo excepcional desde las prácticas hasta ahorita y su opinión es muy importante al momento de tomar una decisión porque no conozco la liga. Pero me encanta todo esto. Porque me gusta la competencia y estar al lado de los muchachos”.

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