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Jean Machí y Rafael Cova, tiempo de compadres

10/01/2018

Jean Machí Foto: AVS PHOTO REPORT

Carlos Valmore Rodríguez | BeisbolPlay

Caracas.- Sea quien sea el encargado de organizar el universo se encaprichó en hacer de Jean Machí y Rafael Cova gemelos de dos vientres. Nacieron el mismo año (1982, con un mes de diferencia) en el oriente venezolano. Quisieron ser beisbolistas profesionales. Se hicieron pitchers –derechos- y especialistas  en relevos cortos.  Se conocieron en la academia de los Filis de Filadelfia en Mariara y coincidieron en el clubhouse de los Navegantes del Magallanes, donde convivieron casi una década. Pasaron cuatro temporadas separados y la postemporada de la contienda 2017-2018 los ha reunificado bajo la bandera de los Tigres de Aragua.

“Los compadres” dejaron de ser compañeros en septiembre de 2013, cuando el Magallanes dejó libre a Cova, firmado de inmediato por los Tiburones de La Guaira. Machí conservó la “nacionalidad turca” hasta que en noviembre de 2016 los filibusteros lo canjearon a los Tigres junto con el paracorto José Rondón y el lanzador Diego Moreno para obtener a los infielders Gioskar Amaya y Rayder Ascanio, así como a los lanzadores Édgar Ibarra y Luis Madero.  

Dejaron de ser compañeros, no de ser amigos. Machí sabía del reencuentro antes de que ocurriera y se lo contó a Cova. “Yo le había avisado a mi compadre: si La Guaira no pasaba, y nosotros sí, a él lo tomarían de refuerzo”, relató el anzoatiguense, oriundo de El Tigre. “Y así pasó. Siempre, cuando estemos juntos, va a ser una alegría”.

Cova también se sintió contento. Tendría trabajo en enero y su camino se cruzaría de nuevo con el de su camarada de tantas correrías.  “Mi compadre me llamó desde Miami para decirme que los Tigres me habían agarrado de refuerzo. Me alegré bastante por poder compartir con él otra vez”, contó el diestro de Cariaco, estado Sucre. “Desde hacía  años que no era compañero de mi compadre en un equipo. Ahora trato de hacer el trabajo junto a mi compadre”.

Al confluir  en el clubhouse de los Tigres, Cova y Machí empezaron a hacer memoria sobre el momento exacto cuando se conocieron. Fue Machí quien tomó la iniciativa, hace 18 años. “Fue en Mariara”, rememora. “Yo estaba firmado con los Filis y luego llegó él. Había un jueguito entre los establecidos, los invitados y los recién firmados. A los peloteros los dividían en orientales, centrales y occidentales. Vi a Cova y le dije: ‘usted se va a unir al grupo oriental’ y lo metí al cuarto donde dormíamos los orientales. Desde ahí, nos hicimos amigos y aquí seguimos juntos. Desde que él llegó a Filadelfia nos tratamos con respeto”.

Cova refrenda lo dicho por Machí y cuenta que, en vez de querer “caciquearlo” por nuevo, su futuro compinche lo apadrinó.  “Me brindó su apoyo desde el momento cuando llegué y me rescató para el lado de los orientales”, sostuvo.

Para mayor coincidencia, desde el domingo pasado, los compadres vuelven a ser dirigidos por Carlos García, su manager durante tres torneos con el Magallanes y el que los puso a “vibrar”. Fue de García la decisión de que Machí ascendiera a cerrador de la Nave y que Cova se encargara del séptimo episodio. Con García, estos amigos inseparables bregaron en dos finales y se ciñeron una corona. Ver al “Almirante” llamar a relevar a Cova y poner a calentar a Machí en la serie de playoff contra los Leones del Caracas fue todo un Deja Vu. 

“Cuando comenzó la serie, en Caracas, nos pusimos los tres en segunda base y recordamos buenos tiempos”, dijo Machí a propósito de García, nombrado piloto de los Tigres al ser despedido Buddy Bailey tras ponerse abajo 3-1 en la refriega contra los melenudos. “Fueron momentos que nunca olvidaremos, la época de los tres mosqueteros, como nos llamaban a mi compadre, a Clevelan Santeliz y a mí. Llegamos a un Magallanes en el que todavía estaba gente como Clemente Álvarez e Iván Arteaga, que nos daban consejos a los jóvenes. Cova y yo hemos podido mantenernos saludables y espero que nuestro partner Santeliz se encuentre bien. Saludos donde esté. Tengo como dos años sin contactarlo porque se me extravió mi teléfono. Con mi compadre Cova sí mantuve el contacto”.

“Ellos se hacían llamar los Nasty Boys. Y de verdad lo eran”, retrocedió en el tiempo García y aludiendo el apodo que recibieron los taponeros de los Rojos de Cincinnati Norm Charlton, Randy Myers y Rob Dibble, por su enorme contribución al triunfo de los Rojos de Cincinnati en la Serie Mundial de 1990 ante los archifavoritos Atléticos de Oakland.  “Así la jugábamos: Cova en el séptimo, Santeliz para el octavo y Machí en el noveno. Cuando ellos llegaban eso estaba listo. Hacían out a todo el mundo. Solo nos falta Santeliz”.

 

El trío que cerraba la puerta en el noveno inning del Magallanes Foto: El Nacional

García alude a la edición 2009-2010, cuando Machí fue Cerrador y Pitcher del Año al tiempo que Cova dejaba 2.27 de efectividad en 31.2 episodios. Aquella versión del Magallanes ganó 41 juegos y perdió la final con el Caracas en siete combates. El Machí y el Cova de hoy no son los mismos de hace casi un decenio en el pasado. “Ahora hacen más caso”, aseguró García. “Siguen siendo cabeza duras, pero escuchan más, están más serenos, con más experiencia. Se casaron, tienen hijos. Entienden que con este trabajo mantienen a sus familias”.  

“Lo que ha cambiado en nosotros ha sido la madurez”, admitió Cova. “En aquel tiempo a lo mejor no éramos tan maduros. La velocidad mía, gracias a Dios y al trabajo, se mantiene igual. En esta temporada llegué a lanzar 100 millas por hora en más de una ocasión. Y mi compadre ha mejorado un mundo y por eso llegó a ganar dos Series Mundiales en Grandes Ligas, algo que no puede contar cualquiera”.

Esa madurez de la que habla Cova la ha notado Clemente Álvarez, quien llegó a recibir detrás del home las pedradas de Cova y los filosos splitters de Machí. “La experiencia les ha dado mejor comando”, señaló el ahora coach de banca de los Tigres. “Ahora saben hacer mejores secuencias de pitcheos. Antes lanzaban sin pensar mucho. Con el tiempo aprendieron a ver las debilidades de los contrarios. Y algo muy importante: no han perdido velocidad”. 

Víctor Moreno, coach de lanzadores de Aragua, certifica que Cova se ha mantenido lanzando rectas sobre 95 millas por hora de manera consistente. “Ha llegado a 98 millas”, reveló el exmonticulista, que por años vio lanzar desde la orilla opuesta a los compadres. “Pero la principal diferencia entre el Cova y el Machí del pasado y el Cova y el Machí del presente es que se les nota más maduros, más preocupados. Ya no son tiradores. Ahora son pitchers. Piensan más. Antes era pura fuerza. Ahora se les ve que tienen más noción de lo que hacen”.

 

Rafael Cova encabezó el bullpen de La Guaira con 26 ponches y un WHIP de 0.86 en 26.2 innings

Hoy los compadres están en la misma situación. Esperan que todo lo bueno que puedan hacer en esta postemporada los ayude a conseguir trabajo durante el verano. Cova aspira a ir a México. Machí a Grandes Ligas, o, en su defecto, a Japón o Corea del Sur. “Yo me he mantenido lanzando en México por estar saludable”, soltó Cova. “Con la buena temporada que tuve aquí debe salirme algo para este año, con el favor de Dios”, añadió el sucrense, sorprendido con los paralelismos entre su carrera y la de Machí.  “Venimos jugando juntos desde que firmamos casi al mismo tiempo con los Filis de Filadelfia, en 2000. Estamos en 2018 y todavía estamos lanzando juntos mi compadre y yo. Esa química no se pierde. Primero Filadelfia, luego Magallanes, luego llego a los Tigres de refuerzo y está mi compadre. Quién sabe si el año que viene yo venga para acá (Aragua) o él vaya para allá (La Guaira). El beisbol  da demasiadas vueltas”.

COMPAÑEROS Y AMIGOS

Advertencia: Cova y Machí se llaman compadres, pero no lo son, al menos en el sentido sacramental del término. Ni Cova es padrino de un hijo de Machí ni Machí padrino de un hijo de Cova. Pero ambos fueron padrinos de un hijo de Luis Torres, excompañero de ambos en Magallanes. “Desde entonces nos decimos compadres”, aclaró Machí, que hizo una revelación sorprendente: Rafael Cova, oriental, pelotero, es un pésimo jugador de Truco. “Nunca aprendió”, se carcajea Machí. “Es que llevé mucho palo jugando truco”, se defiende Cova. “Por eso jugamos Ajiley”.

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