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El nica y el “catire”

26/01/2018

Fotos: AVS PHOTO REPORT

Carlos Valmore Rodríguez | BeisbolPlay

Puerto La Cruz.- Se conocieron los dos/ por los lados de Tabasco. Carlos levantó la voz/. El otro le dijo pana/. Se pusieron a luchar/. No quedaba más remedio/. México los enfrentó/. Y la batalla del puerto/. Tomaron pelota en mano/. Repartieron ponche y grito/ El catire iba bregando/ y el nica dominandito/. Pero el “catire” lloró/. Porque Lara va perdiendo. El nica le dijo adiós /Adiós, pero no estás muerto.

El duelo monticular del cuarto juego de la final entre Caribes de Anzoátegui y Cardenales de Lara encaró a dos amigos entrañables. El nicaragüense Carlos Teller y el venezolano Néstor Molina cruzaron sus vidas hace dos años en la pelota veraniega mexicana. El criollo, ahora rubio oxigenado, aceptó un empleo en los Olmecas de Tabasco, el equipo de Teller.

“Y empezamos a hablar”, contó Molina. “Él me guiaba, estaba pendiente de que no me metiera con la persona equivocada. Me identifiqué con él por su sinceridad. Le gustan las cosas claras, como a mí. Sin dobles caras. También porque trabaja duro todos los días”.

Teller define a Molina como “mi hermano loco perdido”. “Yo tenía un carrito rentado y siempre lo iba a buscar para que saliéramos a comer y a conversar. Siempre nos apoyamos. Es una tremenda persona”, expresa el monticulista, de 31 años de edad.

La cuarta refriega de la final entre Caribes y Cardenales significó el segundo cara a cara entre Teller y su “hermano loco perdido”. Molina recuerda vívidamente el primero, cuando aún era solo colegas. “Yo estaba con Veracruz y él con Tabasco”, apunta el carabobeño de 29 años de edad, recién cumplidos. “Él lanzó siete innings y le hicieron dos carreras. Yo tiré ocho entradas y gané 3-2. Sé la calidad de pitcher que es. Se faja. Por eso lo recomendé a la gerencia de Cardenales, como antes lo hice con Rangel Ravelo y Jorge Martínez. Pero no me pararon. Me alegra que le haya ido bien, porque eso es una prueba de que yo no recomiendo a nadie por amistad”.

El sábado pasado en Barquisimeto, después del primero de la serie, Molina fue a buscar a Teller para que cenaran juntos. El derecho llevó a su familia. Comieron, bebieron y se desearon suerte para el juego del miércoles.

“Le dije, haz lo tuyo, que yo haré lo mío. Y que el relevo se encargue, como en efecto sucedió”, describió el valenciano. “El miércoles, antes del juego, fui a saludarlo al centerfield, lo abracé y le deseé suerte”.

La constante relación de Teller con venezolanos como Molina ha ido desvaneciendo el acento centroamericano de Teller, quien ahora habla como si se hubiera criado aquí.

“Allá en Nicaragua hablan en vos, como los maracuchos acá”, refiere el abridor de Caribes. “Pero al pasar tanto tiempo fuera de mi país, y compartir buena parte de ese tiempo afuera con venezolanos, he asimilado como el 70% del léxico de ustedes”.

Ahora Molina y Teller estarán lejos, aunque solo geográficamente. El venezolano irá a buscar una oportunidad en los Cardenales de San Luis y el nica explorará de nuevo el mercado mexicano.

“A los Cardenales también se lo recomendaré. Lo recomendaría a cualquiera”, afirma Molina sobre su pana de Mesoamérica. 

 

Carlos Teller y Néstor Molina cenaron juntos en Barquisimeto

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